Podría hablar del bien y del mal
de lo que se les dice a los niños que les pasara si no dicen la verdad porque se les enseña que mentir puede matar
creyendo que la verdad siempre te salvara.
Pero hoy me apetece hablar de ir contracorriente
de nadar en dirección contraria al convencionalismo social
de los valientes que saltan normas y salvan vidas
y de mi sonrisa, que es una rebelde compulsiva.
Me educaron bajo la premisa de la sinceridad y la lealtad
y siempre he sido fiel a los ideales que me hicieron idealizar.
Siempre.
Sin excepción.
Pero tiene que haberla para poder confirmar la regla.
Y ahí entra en juago una mirada que se me cruzo el otro dia.
Sin buscarla, sin esperarla.
Pero ella me encontró y me invito a conocerla.
Es irónico como tanta franqueza me ha sido premiada en forma de tentación.
De manzana prohibida.
Ahora me pregunto si lo bueno es tan bueno
y lo malo tan horrible.
Quizás no existan el blanco y el negro
puede que tengamos equivocados algunos conceptos
porque he visto como haciendo lo mejor que sabes, el resultado es una catástrofe
y a gente cometiendo errores que desembocan en océanos de ensueño.
Vuelvo a mirarte y me da miedo equivocarme
hacer daño a alguien o arrepentirme.
Pero no me apetece conformarme con lamerme los labios llenos de miel
mientras la vida se ríe y me dice:
“está dulce, pero no prometo que no termine envenenándote”.
Pues de algo hay que morir, y yo voy a hacerlo viviendo.
Bebiéndome tus risas dignas de ser nombradas pecado
y desafiando al universo, demostrándole que como bien dicen,
el camino se hace caminando
y pienso pasearme por tu piel centímetro a centímetro.
Porque si no juegas, si no apuestas, si no arriesgas
no corres peligro,
¿pero puede afirmarse entonces que estas vivo?
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